Daniel de Lira L.
Universidad del Claustro de Sor Juana
¿Qué correspondencias presenta la actividad de lectura, a partir de la propia experiencia que la misma sor Juana Inés de la Cruz expresa? Es un proceso que se vincula con la memoria, con el deseo de conocer y como su voz, su escritura continuó madurando la profundidad de sus matices, nos ha llegado al siglo XXI tan fresca y tan profunda que nos invita a seguirla. Así, en su experiencia de lectora y en el gusto por entregarse tan tempranamente a la lectura, existe no sólo la visión biográfica que puntualmente podemos tomar como testimonio directo, pues sus palabras además nos revelan su temperamento apasionado y apasionante al tener en la lectura otra oportunidad de vida. Véanse estos dos textos autobiográficos tomados de esa carta tan célebre:
[…] me encendí yo de manera en el deseo de saber leer […] y supe leer en tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre, a quien la maestra lo ocultó por darle el gusto por entero y recibir el galardón por junto; y yo lo callé, creyendo que me azotarían por haberlo hecho sin orden. Aún vive la que me enseñó (Dios la guarde) […]
[…] proseguí, digo, a la estudiosa tarea (que para mí era descanso en todos los ratos que sobraban a mi obligación) de leer y más leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros. Ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos caracteres del alma, careciendo de la voz viva y explicación del maestro; pues todo este trabajo sufría yo muy gustosa por amor de las letras.1
Así, el ejercicio y la experiencia de la lectura en sor Juana nos habla de una práctica de creación no solo de la lectura, que la debió propiciar, sino de la transformación misma de su visión personal de las cosas de su tiempo.
Leer a sor Juana hoy no es tan complejo como tristemente pudieran pensar algunos hombres necios y algunas mujeres sin razón, pues suelen hablarnos de sus preocupaciones de lector al enfrentar sus textos con otro abordaje del idioma, un abordaje antiguo. Pero, por otra parte, nadie ha dicho que la lectura de sor Juana, como la lectura de los escritores y de las obras de valor y de valer, tengan que ser complacientes a los consentimientos y los caprichos del lector. Por ello encontramos en la lectura de los libros de sor Juana letras divertidas y armoniosas, complacientes, humanas, divinas y sagradas, pero también complejas y enigmáticas, pues mucho de su diversidad quizá tenga como origen para disfrutar de la lectura, para disfrutar de la vida: consumir vanidades de la vida y no la vida en vanidades, como nos dice o nos guiñan sus palabras en su poema.
La lectura y los lectores principiantes y avanzados, con un gusto por lo divertido, un entretenimiento cimentado en los libros que permanecen y mueven al mundo, los libros que nos despiertan a la reflexión, a la audacia, con tenacidad, tenemos siempre un premio: el premio del privilegio, para encontrarnos directamente face to face, con ella, en el sosegado silencio de sus libros. Pues “el ejercicio de la lectura promueve una de las experiencias más intensamente prodigiosas de la vida del ser humano: que se puede resumir entre otras cosas, en la idea o el hecho de hablar con Cervantes, con San Juan de la Cruz, con Alfonso Reyes…”2 y conversar así, con los escritores de otros tiempos, acercarlos a nuestro oído y “reconocer en la lectura una actividad lúdica y compleja en la que intervienen, además de los ojos, la totalidad de los sentidos”.3 Si bien, la lectura tiende a ser considerada como un ejercicio placentero, la propia circunstancia de leer pone o debe poner en activo el ejercicio de pensar, de leer críticamente, es decir comprendiendo, asimilando, discutiendo y disfrutando.
Los libros y la obra literaria de sor Juana, tan diversa, se encuentra ubicada dentro de lo que podemos llamar la lectura estética, es decir, la lectura por placer, pues toda su poesía y sus textos implican un gusto, un deseo íntegro que se satisface.
En muchos casos el mismo gozo por el libro y la lectura se origina desde la perspectiva material de los impresos, si son antiguos por su fecha y su papel, si son modernos; si están bellamente ilustrados, o su condición tipográfica es atrayente, si son académicos o son comics para jóvenes. Toda esta pluralidad material documental se encuentra en la colección especializada de la nueva biblioteca de sor Juana que se resguarda en la biblioteca de la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Con este antecedente, a continuación, nos acercamos a comprender y responder en diez reflexiones por qué nuestra escritora, a 325 años de su desaparición (17 de abril de 1695), en su obra continúa floreciendo el claro interés de los lectores por esclarecer y enriquecer el camino de la lectura de sus libros en pleno siglo XXI.
1. Es una escritora actual.
Porque sor Juana, siendo una escritora del siglo XVII, es también una escritora contemporánea. Expreso esta primera razón porque hoy en el siglo XXI, más que ayer en el siglo XVII, su obra es más publicada y por lo tanto, más difundida, pues sus libros son leídos por un público cuantitativamente mayor, y es más estudiada como escritora y pensadora. Su producción editorial ha logrado superar la barrera del tiempo cronológico, es directa e indirecta, la estética y la dedicada a la academia es cada vez más amplia, en español y otros idiomas en que se publican sus libros y artículos de investigación. Es decir, al abrir sus libros escuchamos, entablamos en ese face to face; en un face to page, un diálogo con una escritora, con una voz vigente y universal, que nos mira desde cerca.
2. Es un orgullo literario de México.
Porque es un orgullo de la cultura impresa de México, un orgullo cultural y un profundo legado por los valores formales y el rigor de su expresión artística, estética y filosófica de sus palabras, de su amplia literatura forjada en el entorno del siglo XVII. Sus libros son el testimonio notable de un patrimonio documental de la cultura impresa. Este orgullo legítimo ha sido forjado por la enorme calidad de su obra literaria y no solo por su antigüedad, o lo mítico y a menudo desconocido, y aun, lo atrayente de su vida personal y de sus circunstancias vivenciales.
3. Su legado es universal.
Porque sor Juana, a la vez de mexicana y española en su tiempo, es hoy una escritora plena de ingenios, timbres, ritmos, reflexiones y una voz que promueve una toma de conciencia. Sus libros son ya una lectura latinoamericana, hispanoamericana, universal, cercana a nosotros los receptores directos de su patrimonio latino, indio, negro, blanco, mexicano, latinoamericano, español, occidental.
4. Su lectura placentera.
Porque su lectura, lejos de ser una lectura de moda, es una lectura de permanentemente interés, de atracción, de seducción por su letra impresa, probada y comprobada, por ejemplo, en creciente descubrimiento durante el siglo XX y en consolidación constante frente a otro público lector de nuestro tiempo y lo que vendrá en el XXI. Si bien, leer puede ser algo tan práctico y simple como un juego de niños, el acto de leer también, como los buenos juegos, tiene implicaciones de dificultad, de complejidades a resolver, sobre todo cuando los escritores como sor Juana, aun en sus vanidades se alejan de la complacencia estéril hacia sus benefactores y lectores. Pero la lectura, con la poesía de sor Juana es además un ejercicio de descanso, de meditación, para poner realmente “riquezas en el entendimiento y no el entendimiento en las riquezas”.
5. Su lectura es estética.
Porque su lectura puede ser tomada un tanto al estilo de slow reading… el placer de los buenos libros en la oralidad, la vista, el pensamiento y si fuera posible, la acción. Una lectura a veces tranquila, suave, lenta que se diluye y se cocina en el pensamiento, como el aroma de un chocolate en el discernimiento del pensamiento. El deleite de sus libros en la composición de su poesía, de su teatro, por ejemplo… Desde luego, el gusto de una lectura estética, de una lectura vinculada con el gozo, con el arte del descubrimiento de la palabra y sus significados, es también un acto de creatividad del lector. Nuestro interés por la lectura es encontrar también ese carácter de espejo que suelen tener sus poemas y sus textos narrativos (cartas), sus comedias… Es un ejercicio de apreciación, de deleite que pudiéramos imaginar en el más pleno sentido estético artístico, semejante, quizá al de la apreciación de una pintura, una obra de arte.
6. Su lectura es diversa.
Sor Juana cultivó varios géneros literarios, fue una escritora y mujer polifacética, a la que gustaba tanto la literatura y la filosofía como la astronomía, la música y la cocina, la vida en sociedad y la vida en el retiro callado. Su vida atraviesa el campo, la corte virreinal y el ejercicio de clausura, de responsabilidades ante el ejercicio mismo abrir los ojos para leer y para vivir plenamente. Sus aprendizajes la construyeron a través de los grandes escritores españoles de la literatura barroca de su tiempo, la llevaron a escribir por la noche sus sonetos, sus endechas, villancicos, obras de teatro, su poema máximo: Primero Sueño, y su narrativa personal en las cartas que hoy le conocemos.
7. Por su sentido de libertad.
Por su Carta Atenagórica (1689) que nos enseña que el destino de los hombres necios y las mujeres “con razón” es un destino de libertad de conciencia, libertad de pensamiento en el terreno de lo sagrado y en el terreno de lo vivencial. Esta es su obra de corte teológico, un ejercicio de escritura académica, de escritura ensayística donde ella discute las “finezas que Cristo dio a los hombres”, tejiendo, razonando y justificando su propuesta. En este caso ella propone que la fineza mayor fue no haber entregado al género humano “ninguna fineza”, es decir, que los seres humanos estamos en propia libertad de conciencia, en libertad de elección, en donde no existe un destino oculto o guiado por un poder superior, donde nosotros mismos, que con nuestras acciones y nuestra tibieza labramos nuestro propio destino.
8. Por su defensa de la mujer.
Porque ella como mujer y como escritora nos ha dejado en una carta el legado de su obra, la Respuesta a sor Filotea de la Cruz, que por principio se ha convertido en un manifiesto de interés femenino donde discute y plantea el acceso de las mujeres a la educación, al conocimiento y en gran medida a la igualdad; pero que en realidad, visto este texto desde el siglo XXI, se trata de distinguir con la educación, con el conocimiento, no sólo un legado para las mujeres, sino también para los y hombres, para la construcción de una sociedad más amplia y participativa donde mujeres y hombres por igual celebramos y aprendemos la apertura de conciencia que nos proponen la lucidez de sus argumentos y la responsabilidad de nuestra condición humana.
9. Por su amor al conocimiento.
Pero también sor Juana es una maestra, en muchos sentidos, porque además de escribir sabe enseñar, y enseñar a pensar, precisamente porque sabe leer en los libros y en el cotidiano de las cosas simples y graves que nos cuestionan. Sor Juana quería leer y saber más de todo cuanto pudiera aprenderse, de todo lo que en el mundo le rodeaba, dice en sus palabras que desea no saber más, sino desconocer menos… Su amor por el conocimiento y su amor por los libros la llevó a ser una incansable lectora y una intelectual de gran estatura en su época, reconocida y admirada por sus contemporáneos. Mucho de su literatura es una lección de vida que se aparta por completo de la moral alejada de la naturaleza de las mujeres y los hombres, es un juego de relaciones, de circunstancias límite donde siempre se puede optar inclusive por un mal menor. Y así, de esta forma, nos enseña a comprender la lectura como un acto de apertura, de intuición y comprensión, anticipándose a Freire,4 al reflexionar que la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra.
10. Por su ejemplo.
Algo que deberíamos aprender de sor Juana, de lo mucho que nos dice, nos lo señalan las palabras de Octavio Paz, cuando nos recuerda: nos ha dejado algo mejor que su magnífica producción de escritora… “nos ha dejado su ejemplo”. En el ejemplo de su vida de intelectual, de su vida de monja religiosa de clausura, sujeta a sus responsabilidades, y de escritora, en muchos casos revolucionaria, podemos encontrar su ejemplo de vida, su ejemplo como mujer y ser humano, una persona de fama y humildad, de rebeldía y habilidades, interesada y estudiosa de lo sagrado, pero sin apartarse del mundo cotidiano que ella observa, que ella sabe leer con la lucidez de su pensamiento y sus circunstancias. Es en ese momento histórico novohispano donde se despliegan sus encantos personales y su biografía; es en todo ese conjunto ininteligible de actitudes y vivencias, que se desenvuelve su actividad lectora, y así ella como nosotros caminamos en silencio sujetando el hilo de Ariadna que guía a Teseo por el laberinto de la obscura letra impresa para comprender el mundo que nos rodea.
Ahora, en estos días de confinamiento y sana distancia, podemos crear una sana cercanía al abrir los libros de sor Juana en papel o en versiones digitales, en lo que esté a nuestro alcance, para hacer de nuestra habitación, o la sala de nuestra casa, los verdaderos salones del gusto por le lectura leyendo y conversando con sor Juana.
1 Juana Inés de la Cruz, sor. “Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz.” En: Sor Juana Inés de la Cruz: textos, una antología general, pról., selección y notas de Sergio Fernández. México: SEP, Dirección General de Publicaciones y Bibliotecas: UNAM, Coordinación de Humanidades, 1982. pp. 309 – 344
2 Aullón de Haro, Pedro. “Lectura y estética como arte y problema académico entre el siglo XX y la globalización”. En De la lectura académica a la lectura estética, coord. Elsa M. Ramírez Leyva. México: UNAM, Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información, 2019, p. 11
3 Pirela Morillo, Johann. “Lectura estética como estrategia transversal para la formación académica de profesionales universitarios”. Ibid., p. 42
4 Cfr. Freire, Paulo. La importancia de leer y el proceso de liberación. Traducción de Stella Mastrangelo. México: Siglo XXI, 2004