Existen muchas interpretaciones históricas alrededor de la política económica y social ejercida a finales del Porfiriato que leídas desde los discursos revolucionarios abundan en la desigualdad que existía en la población, en los excesos cometidos por las élites y en la creciente corrupción de los funcionarios públicos. Sin embargo, junto a los documentos que atestiguan esta situación, también se encuentran otros que son testimonios de los primeros intentos por consolidar al país como a una nación moderna, claras huellas de progreso como beneficio social, cultural y político, así como de acciones de hombres y mujeres educados en una tradición ilustrada que aspiraban a elevar la calidad de vida de la población y alcanzar los avances del siglo que nacía.
Una vez apaciguadas las luchas entre conservadores y liberales comenzó la estabilización económica del país, la industria ferrocarrilera detonó el desarrollo de numerosos sectores (extracción de minerales, siderurgia) y atrajo inversión extranjera. La introducción de la electricidad fue uno de los más importantes avances tecnológicos y al iniciar su tradición en la industria petrolera México se convirtió en un poderoso proveedor de energía.
La modernización llegó a la Ciudad de México con el embellecimiento de muchas de sus calles y los programas para la creación de una conciencia cívica en la población. Las grandes capitales se adhirieron a este progreso, un ejemplo es el caso de Monterrey que se alzó como un importante punto industrial gracias al control de los puertos de Tampico y Matamoros. Las ciudades fueron industrializándose con la apertura de empresas como Cervecería Cuauhtémoc en 1892, las haciendas se transformaron y se convirtieron en fábricas dedicadas a rubros agropecuarios, lo que favoreció la explotación de productos como el café en Veracruz, Chiapas, Michoacán, Morelos, Oaxaca y Tabasco, e incluso el progreso provocó la fundación de capitales como Torreón y Gómez Palacio en el periodo conocido como el “Milagro de la Laguna”.[1. “Porfirio Díaz Triumphant”, en, Beezeley, Wm. and Colin Mac. Laughlin, Un gran pueblo. A history of greater Mexico, New Jersey, Prentice Hall, 1994, pp. 83 – 195]
En los más de 30 años que el General Porfirio Díaz estuvo al frente del gobierno, considerando el interregno de Manuel González de 1880 a 1884, se registraron innúmeros eventos que contribuyeron a configurar la historia de nuestro país: crecimiento en la infraestructura, reformas de salubridad y educación, así como una intensa política exterior, que merecen ser revaluados por la historiografía contemporánea.
El libro Proyectos de Mejoras Materiales de Salubridad é Higiene en el Puerto de Tampico data de este periodo, se edita en 1899, cuando el boom del progreso y la modernidad impregnaba las decisiones sobre el destino mexicano.
El texto se debe a la pluma del Ingeniero Alejandro Prieto Quintero, quien fue Socio Honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y de otras sociedades científicas y literarias de la época.
“Como elementos fundamentales á la vida orgánica de todos los seres se mencionan en primer término por los naturalistas el aire y el agua, porque ellos son del todo indispensables á la existencia. De aquí resulta como una cuestión principalísima de higiene pública la necesidad de hacer un análisis científico de esos dos elementos, cuando, como es natural, se desee ofrecer á los habitantes de una ciudad cualquiera, un aire puro que respirar, y una agua para beber que no contenga materias extrañas en disolución, siempre perjudiciales á la salud, y una vez reconocidas sus condiciones excepcionales se realicen aquellas obras conducente á darles la pureza deseada.”[2. Prieto Quintero, Alejandro, Proyectos de mejoras materiales de salubridad é higiene en el Puerto de Tampico, México, 1899, p. 5]
En sus páginas el autor presenta, en un claro afán positivista de contribuir a la construcción del país, un estudio de ingeniería para mejorar el Puerto de Tampico.
La impresión estuvo a cargo de la Oficina Tipográfica de la Secretaria de Fomento que se ubicaba en la Calle de San Andrés núm. 15 en la Avenida Oriente 51 en 1899. El libro cuenta con las pastas duras originales, mide 16 centímetros de ancho por 22 de alto y en el lomo lleva impreso el título con letras doradas. Fiel a la moda del momento, las últimas páginas se dedican a la Fe de erratas y carecen de colofón.
Entre las particularidades del volumen destaca la dedicatoria que realiza el autor al General Porfirio Díaz, Presidente de México.
El libro cuenta con gráficas y tablas de estadísticas e incluye varios planos y mapas cuidadosamente detallados en una hermosa confección que nos permite conocer cómo eran, desde la mirada de un Ingeniero, las calles de Tampico y seguir los planes para su transformación. Cabe destacar que a la pluma de Alejandro Prieto Quintero se deben diversos opúsculos y numerosos textos históricos.
El texto se encuentra en excelente estado de conservación y forma parte de los acervos bibliográficos que custodia el Archivo Histórico de la Escuela Bancaria y Comercial.