“Pues no solo no contiene cosa que contradiga a nuestra santa fe
pero tendrá en él, el que lo leyere, mucho de erudición que aprender”[1. Sermón predicado por Fray Jacinto de la Cajiga en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de México, a la fiesta del gloriosos San Felipe de Jesús, protomártir de las Indias y patrón de la muy noble y leal Ciudad de México. Impreso en México, por Bernardo Calderón, 1689.]
Dentro de las colecciones que conforman el acervo de la biblioteca Eusebio F. Kino, se encuentra un grupo de poco más de 750 piezas de sermones mexicanos, los más antiguos impresos en la tercera década del siglo XVII y los más modernos llegan hasta finales del siglo XIX. La formación y recuperación de estas obras se le atribuye al P. Mariano Cuevas, S.J., ínclito historiador, famoso entre otras cosas por escribir varias obras sobre la historia de la iglesia en México. Una buena parte de esta colección se encuadernó en 40 volúmenes facticios en cuyos lomos se lee “Púlpito mexicano”. Son obras en su mayoría que no rebasan las 20 páginas.
La importancia y utilidad de esta colección de sermones es múltiple y variada, si miramos hacia la temática veremos que es diversa, algunos se refieren a conmemoraciones de aniversarios, dedicaciones de templos, toma de posesión de personajes encumbrados de la vida religiosa y civil que iniciaban su gestión en algún puesto, etc. situaciones relacionadas con la vida cotidiana de las ciudades y pueblos de la Nueva España, principalmente de las más grandes de ese tiempo, tales como la Ciudad de México, Guadalajara, Zacatecas, Durango o Puebla, por mencionar las más recurrentes. Estos sermones nos permiten conocer más sobre la historia civil de templos y santuarios, la vida y actividad de ciertas instituciones religiosas tales como el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, el cual convocaba a la celebración de una misa en donde el sermón declaraba y explicaba a los fieles los intereses y demandas de este Tribunal. Otras instituciones religiosas que se servían de los sermones anunciando sus actividades eran las Congregaciones, por ejemplo la de la Buena Muerte o la de San Pedro. Algunos sermones tenían un tinte más didáctico pues en ellos se explicaban bulas o decretos papales. Los hubo también tocantes a los jubileos religiosos, en ellos se explicaba cómo se podía acceder a gracias y bendiciones mas especiales y se especificaba con claridad cómo obtener tales indulgencias.
Otro tipo de sermón fue el dedicado a las exequias por los difuntos, llamados sermones funerales “donde se hacía el panegírico y alabanza de los fallecidos. En ocasiones se levantaba una pira o monumento ya de cartón, ya de madera ligera, cubierto con paños de luto y adornado con pasajes de la Sagrada Escritura referentes a la muerte y donde se inspiraba el predicador para el sermón” [2. Treviño Castro, Salvador. Presentación. En: Catálogo de sermones de la Biblioteca Eusebio F. Kino de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús” Leticia Ruiz, comp. Madrid : Instituto de Cultura. Fundación MAPFRE, 2006. Col. Documentos Tavera.]. Por último nos referiremos a los sermones relacionados con la vida civil y corporativa de las ciudades y pueblos que tienen que ver con los gremios de zapateros, plateros, carpinteros, etc. quienes celebraban con una misa a sus santos patrones, encargando el sermón a un buen predicador quien recordaba la vida del santo y la relacionaba con los agremiados.
Una fuente adicional de información, además de revisar los títulos y mirar el barroquismo de sus portadas, la encontramos en los documentos preliminares en donde obtendremos información sobre la vida y calidad de los autores, los cargos que desarrollaban, a quienes los dedicaban, etc. Como lo mencionamos al principio, este tipo de obras son ricas fuentes para la investigación, pues se tiene muchas aristas desde donde mirarse.