Ser miembro de la AMABPAC es una de las mejores decisiones que tomó mi institución; les diré porqué. En 2011 iniciamos en Monterrey el proyecto de rescate y organización del archivo personal del empresario Eugenio Garza Sada. Desde el principio se planteó como un archivo privado, y dos años después estaba listo para su consulta y continuaba creciendo, dando la pauta para crear un acervo paralelo, el Centro de Información Empresarial de Nuevo León (CIEN).
Ambos se constituyeron como acervo institucional de la Asociación Civil a la que pertenecen: el Centro Eugenio Garza Sada. En 2014 comenzamos a organizar actividades al exterior. Creo que un archivo no debe ser algo estático, sino al contrario, ser tan dinámico que produzca o ayude a crear información, conocimiento y nuevos saberes en (y desde) el presente, asegurando la misma condición para el futuro.
Además, un acervo histórico no procura conservar el pasado deteniendo el tiempo, sino disponiendo su consulta para generar nuevas interpretaciones o rescatar y poner en valor el conocimiento que otros, antes que nosotros, produjeron. En suma, los archivos deben utilizarse en forma teórica e incluso práctica (aplicada), pues no son mausoleos que se contemplen desde lejos para santiguarse.
Entonces emprendimos una campaña de recopilación, difusión y producción con los materiales de nuestros acervos, programando actividades que involucraran a públicos amplios. Pronto nos dimos cuenta que para hacer esto necesitábamos establecer alianzas con instituciones de vocación afín. Desde mi punto de vista, aunque tu organización sea estable y fuerte (plantilla, presupuesto, experiencia, etc.), es difícil hacer las cosas solo, y muchas veces “irte por la libre” es imposible.
Los grandes esfuerzos culturales, sociales, artísticos y académicos han sido realizados en conjunto. Mi apreciación personal es la siguiente: en cuestión de acervos no hay lugar para llaneros solitarios.
Es cierto que la mayor parte de tus actividades las realizas por tu cuenta, ese es tu trabajo, pero cuando formas equipos interinstitucionales para un evento o programa notas con claridad las ventajas de la sinergia:
1) Cobertura: alcanzas a más personas en distintos espacios y con mayor rapidez;
2) Trascendencia-incidencia: si más de una institución respalda algo es mayor muestra de su importancia, a lo que llamo “valor consensuado”;
3) Aprendizaje: aprendes del conocimiento y experiencia de otros que hacen lo mismo que tú;
4.) Mercado de ideas: dos o más cabezas piensan mejor que una, hay ideas que ya existen y son implementadas por otros y puedes retomarlas. Muchas veces no hay que inventar el hilo negro, sino conocer a otros que ya están haciendo lo que queremos hacer;
5) Respaldo: ser parte de un colectivo te da respaldo interinstitucional. Además puedes solicitar asesoría o ayuda a tus compañeros. Sabes que no estás solo y puedes contar con ellos.
Mi institución, el Centro Eugenio Garza Sada, es miembro de la AMABPAC desde febrero de 2014. En octubre de este mismo año confiaron en nosotros y nos permitieron ser sede del Congreso de Archivos y Bibliotecas Privados en Monterrey, que fue uno de nuestros eventos más emblemáticos. Logramos reunir durante tres días a los directivos y personal de más de 50 bibliotecas y archivos privados e instituciones culturales privadas y públicas de México. Esto solamente fue posible gracias a la AMABPAC.
Recuerdo que mi primera reunión plenaria fue en el Centro Cultural Manuel Gómez Morin (ITAM), donde me dieron oportunidad de presentar a mi institución. Estaba nervioso pero todos ellos son personas cálidas y amables y me sentí en casa. Creo que soy el miembro más joven de la Asociación, es un reto pero sobre todo una oportunidad: he aprendido de ellos más de lo que se imaginan, y lo seguiré haciendo.
Me da gusto que la Asociación tenga cada vez más miembros de “provincia”, esa pequeña porción territorial de 31 estados que modestamente congrega a 114 millones de personas. La AMABPAC se ha convertido en Nacional, no por el hecho simple de estar en la Ciudad de México (viejo vicio capitalino), sino porque incluye ahora a instituciones de Pachuca, Torreón, Mérida, Puebla y Monterrey… y sigue creciendo.
Más de una vez “me les pego” a los miembros para visitar las bellas e interesantes sedes de las reuniones, los edificios, museos, archivos y bibliotecas que forman parte de la AMABPAC.
Recuerdo particularmente el Claustro de Sor Juana, con sus edificios bellísimos y llenos de historia y terminar comiendo en la escuela-restaurante de la institución: “Zéfiro”; la Fundación Herdez que tiene un palco desde donde puedes ver magníficamente el Zócalo; la Biblioteca Lerdo de Tejada, un templo convertido en biblioteca, con su gran arquitectura y hermosas pinturas; la Escuela Bancaria y Comercial, ubicada en el emblemático paseo de la Reforma; la Fundación Miguel Alemán con su estilo sobrio y elegante y otras como el Centro Gómez Morin (cerca de Coyoacán) y el CDICA (cerca el Castillo de Chapultepec).
Agrego esto porque ser parte de AMABPAC también es para “hacer contactos”, pero de forma más real diré que es para conocer a personas valiosas, quienes abren espacio en su agenda para mostrarme un poco de su mundo (mis viajes son de ida y vuelta por lo que a veces lo único que veo es el camino de regreso al aeropuerto, así que intento “turistear” lo que alcance).
Para mí ha sido un privilegio ser miembro de esta asociación que tiene 21 años de existencia, única en su tipo en América Latina y que por ley es parte del Consejo Nacional de Archivos. AMABPAC reúne a 27 archivos y bibliotecas privados de todo el país y trabaja en beneficio de la memoria histórica de México.
Viajar de madrugada para llegar a las reuniones plenarias (hace más el taxi del aeropuerto a la sede que el vuelo Monterrey-DF) vale la pena por todo lo que en ellas se aprende, los acuerdos que se logran y, sobre todo, estrechar las manos de quienes considero ya mis amigos