La transmisión del conocimiento y la educación se ha practicado, a lo largo de la historia y en contextos socioculturales diversos, en espacios abiertos, a la sombra protectora de un árbol, en ágoras, medersas, escuelas, universidades, academias, bibliotecas, monasterios, conventos, archivos…[1. Resumen del texto leído durante la celebración del Día Mundial del Patrimonio de la Educación el 18 de abril de 2013 en la Capilla de Nuestra Señora de Aránzazu del Colegio de las Vizcaínas, como Vicepresidente Nacional de ICOMOS Mexicano, A.C.]
En ellos, además de conocimiento y educación, encontramos valores sociales, históricos y, muchas veces, artísticos, siendo una parte significativa del patrimonio cultural. Para el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), su protección y conservación implica preservar bienes culturales y, al mismo tiempo, celebrar la educación como una de las tareas humanas fundamentales. Entre los ejemplos que han merecido ser inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO encontramos los sitios de la Bauhaus, la Universidad y el precinto histórico de Alcalá de Henares, los campus universitarios de Caracas y de la Ciudad de México.
También están aquellos que sin tener un nombramiento específico son considerados patrimonio mundial por haber quedado dentro de ciudades o centros históricos catalogados como tal. Este es el caso del primer colegio para niñas en el corazón de la capital de lo que fuera la Nueva España, y que hoy día es el único colegio particular en el centro histórico de la ciudad de México, portador de valores históricos, artísticos o sociales: El Colegio de las Vizcaínas.
Amaya Garritz señala que a mediados del siglo XVIII prevalecía la idea de que las mujeres no necesitaban tener acceso a una amplia instrucción. Algunas de ellas aprendían a leer y escribir en los colegios de monjas pero la elaboración de curiosidades y labores domésticas debía ser su prioridad. Fue a partir de la tercera década de ese siglo que se les abrió una ventana al conocimiento. Los responsables: un grupo de vascos encabezados por el rector de la Universidad Real y Pontificia de México en 1730: Don José de Eguiara y Eguren. [2. Amaya Garritz, “Colegio de las vizcaínas en México”, Eskonews, Marzo de 2000. Online. Disponible en: http://www.euskonews.com/0072zbk/gaia7211es.html]
En 1732, cincuenta miembros de la Sociedad Vasca tomaron el acuerdo de fundar el Real Colegio de San Ignacio de Loyola para niñas naturales y oriundas de las vascongadas, y cualesquiera otra de raza española; amparando también a las viudas. Con ello -continúa Amaya Garritz- en Nueva España se abría una renovación pedagógica que lucharía por otorgar a la juventud femenina posibilidades educativas, semejantes a las que los hombres tenían. Dos años después el 31 de julio de 1734, se colocó la primera piedra. No obstante la falta de interés por parte de la Corona hizo que la construcción del edificio, cuyo costo fue de $2,000,000.00, concluyera hasta septiembre de 1754. Y aun tuvieron que pasar 13 años para su inauguración, el 13 de septiembre de 1767; si bien se fomentaron los valores morales y religiosos se estableció el carácter laico de los docentes y se creó un patronato independiente.
En sus inicios, dentro del colegio se daba una atención personalizada, de acuerdo a las necesidades de las colegialas, cuya edad iba desde los 4 a los 60 años. A las huérfanas se les daba “una madre sustituta”. En el área de música se enseñó a “tocar por nota” el órgano, el clavicordio, la flauta y el bajón.
Contaban con una botica y una enfermería atendida por una jefe de enfermeras, un médico, un cirujano, un sangrador y un dentista. Parte del equipo e instrumental quirúrgico se puede ver hoy día en el Museo del colegio.
Recientemente el colegio ha creado el Instituto Bidea Izartu (nombre vasco que significa “llenar de estrellas el camino”),… orientado a favorecer las condiciones de las mujeres de la comunidad, impulsando proyectos de investigación, formación y orientación. En cuanto a asistencia social, Bidea Izartu brinda atención psicológica, médica y legal a las mujeres que acuden con demandas diversas. En lo que a asistencia educativa se refiere, el Patronato sostiene un programa especial de becas para alumnos de escasos recursos.
Por este lugar han transitado mujeres tan importantes y emblemáticas para la historia nacional como María Josefina Crescencia Ortíz Téllez-Girón, “Doña Josefa”, “La Corregidora”: una mujer de finales del XVIII quien abrió las puertas de su casa a los insurgentes que tramaban la independencia de la Nueva España.
Doña Josefina Muriel de González Mariscal, doctora en historia, directora en más de una ocasión del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM en donde también fue docente. Pionera en los estudios históricos sobre conventos de monjas de la Nueva España. En 1987, coordinó un grupo de investigadores que estudió los archivos del Colegio de las Vizcaínas y publicó el libro Los Vascos en México y su Colegio de las Vizcaínas.
La Dra. Muriel supo hacer coincidir su interés por la historia, la conservación y difusión del patrimonio heredado por los colegios de educación femenina de la época Novohispana y del México Independiente con su labor docente. Fue ella quien inicialmente representó el “archivo de Vizcaínas” en la AMABPAC.
En 2013, año de “El Patrimonio de la Educación”, ICOMOS señaló que “muchos bienes relacionados con la educación y portadores de valores históricos, artísticos o sociales no gozan aún de protección y reconocimiento apropiados”, afortunadamente ese no es el caso de los archivos generados a lo largo de la vida de este Colegio.
Desde su creación, en septiembre de 1767, don Ambrosio de Meave, uno de los fundadores del Real Colegio de San Ignacio de Loyola, Vizcaínas, dispuso la creación del Archivo Histórico, “con el objeto de que sus sucesores tuvieran constancia del desarrollo de la vida de la institución”.
Ana Rita Valero reseña que “a partir de entonces, todos los documentos relativos a la administración, instrucción y vida colegial (alimentación, atención médica, ingresos, matrimonios, etc.) fueron recopilados cuidadosamente, acción que ha continuado hasta nuestros días”. [3. Archivo Histórico José María Basagoiti Noriega del Colegio de S.I. de Loyola Vizcaínas en AMABPAC. Online. Disponible en: <http://www.amabpac.org.mx/wp/miembros/archivo-historico-del-colegio-de-las-vizcainas/>]
Las Leyes de desamortización de Benito Juárez, sin pretenderlo enriquecieron el acervo histórico del Colegio. A él llegaron los archivos de los clausurados Colegios de Niñas de San Miguel de Belén y de Nuestra Señora de la Caridad. Así como los documentos de la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Caridad, los correspondientes a la Congregación del Divino Salvador del Mundo y Buena Muerte, que había construido y sustentaba el Hospital de Mujeres Dementes del mismo nombre. Los archivos de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu, fundadora y patrona del Colegio de San Ignacio (Vizcaínas), junto con los relativos a las obras pías que en ese tiempo manejaba. Esta importante cofradía constituida por vascos naturales y oriundos se hallaba establecida en la Capilla de Nuestra Señora de Aránzazu, que existía en el atrio del convento de San Francisco, y que posteriormente fue destruida.
“El Archivo del Colegio de las Vizcaínas cuenta también con documentos referentes a la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, a la cual pertenecieron y de la cual fueron promotores los miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazu”. Entre la documentación hay varias partituras musicales, entre ellas una misa y un himno a San Ignacio, música de los colegios de Nuestra Señora de la Caridad, San Miguel de Belén y San Ignacio de Loyola. Dentro de su biblioteca, hay “…un pequeño libro iniciado el 23 de octubre de 1731, escrito por el cofrade Joan Miguel Portu [en el que]…, constan los ciento treinta y siete nombres y el monto de las donaciones que se hicieron para construir el edificio”. [4. Amaya Garritz, Op. Cit.]
La Biblioteca con 1185 volúmenes procedentes de instituciones femeninas del periodo colonial, contiene una sección constituida por libros que fueron usados en la enseñanza del Colegio de San Ignacio en sus origenes.
Todo esto me lleva a afirmar que si alguien desea conocer la historia de la educación de la mujer en el México Novohispano, necesariamente debe recurrir al Archivo Histórico José María Basagoiti del Colegio de Las Vizcaína, reconocido por la UNESCO como Memoria Histórica de México.