José de Jesús Orozco,
Archivo histórico de los Carmelitas
La ciudad (de San José de Toluca) fundada al abrigo de algunos pequeños y pedregosos cerros que al norte y al poniente la medio cercan, dejando a la parte del sur espaciosos llanos poblados de muchos pueblos de indios y en ellos algunos conventos y doctrinas en que viven y administran los santos sacramentos los reverendos padres y serafines franciscos, con estas palabras comienza las crónicas de la fundación del convento del Carmen de Toluca.
A la parte del norte y barrio que llaman de Santa Bárbara (Mitzcoaque), por una ermita dedicada a la Santa, compró nuestra provincia una casa, para casa capaz, para convento corta, a don Antonio Ceballos Ibáñez, en tres mil pesos, y la escritura pasó y se hizo en México ante Isidro Javier, escribano real, a 22 de diciembre de 1698. El principal promotor de la fundación que ofrecía 1000 pesos en reales, era don Antonio Chacón; también firmaba la solicitud don Luis de Velasco y Mendoza y cien vecinos españoles de la ciudad.
Los trámites implicaban el permiso del rey; del arzobispo de México, por estar Toluca dentro del arzobispado; permiso del cabildo de la ciudad; permiso de los herederos de Cortés, por estar dentro del marquesado del Valle y que en esos años era el duque de Terranova; y por último, el permiso del párroco de la población, que era un religioso franciscano y tanto Toluca como los pueblos vecinos, eran administrados por ellos. Como dato curioso añadimos que la toma de posesión de las casas compradas para convento, puesto bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, se hizo a las 9 de la noche y los trámites y firmas terminaron a las 5:15 de la mañana (incluida misa) del 6 de diciembre de 1698.
Los primeros pobladores de las casas que se convertirían en el convento del Carmen fueron: Fray Francisco de Santa Teresa, presidente de dicha fundación; Fray Manuel de San Juan Bautista y Fray Esteban de Santa María, sacerdotes; y Fray Miguel de la Concepción, lego de dicha sagrada religión.
Sabemos que el trazo general de la obra estuvo a cargo del maestro en arquitectura Miguel de Rivera. Y como urgía un lugar adecuado para el culto, lo primero que se edificó fue la capilla de Santa Teresa. Para financiar esta primera construcción, Fr. Manuel de san José consiguió del alférez Sebastián de Santillana, vecino de México, cuatro mil pesos. Y éste alférez seguirá como principal bienhechor hasta la conclusión del convento. Se conserva un retrato del siglo XVIII del bachiller Juan Varón de Lara, fundador de una de las capellanías en 1736, otro de los grandes benefactores.
Finalmente, la dedicación solemne de la iglesia se hizo el 25 de marzo de 1711. Una obra de envergadura fue traer el agua desde el pueblo llamado Cuatepec; pero antes de llegar hasta el convento, tuvieron que hacer una presa abajo del pueblo de san Mateo Ostotitlan, detrás del cerro grande (seguramente el que ahora se llama la Teresona).
Tercera Orden
En Toluca se fundó por primera vez en México la Orden Tercera del Carmen, que antes sólo tenían permiso de erigirla los Carmelitas Calzados, que no hubo en México durante la Colonia. En 1731 hicieron la solicitud y pronto comenzaron a formar las Constituciones que la regirían, pero antes de que estas constituciones fueran enviadas a la Mitra, el señor cura de Toluca, Fr. Antonio Díaz del Castillo, franciscano, presentó una relación al Arzobispado manifestando que de llevarse a efecto esta fundación (de la Orden Tercera, o Carmelo Seglar como se llama ahora), su parroquia sufriría perjuicios, pues ya tenía nueve cofradías de naturales.
No olvidemos que una Asociación como la Orden Tercera no sólo reunía a las personas para determinados actos de piedad, sino también tenía una función social. Los agremiados se apoyaban mutuamente y en este caso la Orden Tercera prestaba otros servicios y auxilios a la población menesterosa de la ciudad. La sede de la Orden Tercera fue la capilla de Santa Teresa, que todavía se conserva actualmente, aunque con algunas reformas.
Colegio de Moral
En la Provincia de los Carmelitas había varias casas de formación: el noviciado que estuvo siempre en Puebla (1589) durante toda la colonia y hasta las leyes de 1857. El colegio de filosofía en el convento de San Joaquín (1689); el de teología estuvo siempre en San Ángel (1614), y el de moral estuvo en Toluca desde 1720, hasta que también las leyes de reforma lo suprimieron. Entre los muchos alumnos que pasaron por los claustros de este Colegio de Moral, vale la pena recordar a Fr. Juan de la Anunciación (llamado Juan González Barrios y nacido en Madrid), que pasó dos años en esta casa: de 1721 a 1723. Durante su estancia hizo algunas composiciones literarias que han llegado hasta nosotros y nos dan a conocer su vena poética y muchos otros personajes que no alcanzamos a nombrar.
Cofradía de Jesús Nazareno
Aunque la Cofradía del Escapulario no era exclusiva de los españoles ni de los criollos, los indígenas nunca fueron parte de su mesa directiva, por lo que los naturales formaron pronto su propia cofradía dedicándola a la veneración de Jesús Nazareno. El primer trámite se hizo por medio del superior de la casa, Fray Juan del Monte Carmelo en 1731. La cofradía de los indígenas dio sus frutos por más de 120 años, hasta que también las Leyes de Reforma arrebataron todos los bienes a esas instituciones, que eran de beneficencia y una especie de seguro, pues los cofrades recibían sepultura por parte de la cofradía; también la institución ayudaba a las viudas necesitadas y daba dote a las jóvenes pobres en edad de casarse, además de las fiestas propiamente religiosas que la cofradía costeaba con sus propios bienes.
Instituto Literario y otros usos
El convento, expropiado desde la Guerra de Reforma, sirvió para diversos usos: en 1863 se instaló ahí el Instituto Literario de Toluca cuando era su director don José Mariano Dávila y Arrillaga. En 1865 el Instituto recibió en este mismo lugar la visita de Maximiliano. Poco más tarde el convento albergó al hospital de beneficencia. En l871, en tiempo del gobernador Mariano Riva Palacio, se instaló en el convento un asilo para niñas huérfanas atendido por las hermanas de la Caridad. Al salir éstas en 1875 quedó bajo la atención de la Junta de Beneficencia. El 26 de septiembre 1891 el asilo se transformó en Escuela Normal para Profesoras y en Escuela de Artes y Oficios, incorporándose, el 24 de octubre de ese mismo año, la Escuela José Vicente Villada.
Hospital civil
En 1865 una parte del edificio estaba destinado a hospital civil, atendido por las hermanas de la Caridad y otra parte a Escuela Normal de Señoritas. El hospital dejó esta sede hasta fines del siglo XIX, cuando el gobernador Villada construyó uno nuevo en la parte noreste de la ciudad. Para darnos una idea de la capacidad del convento voy a dar algunas proporciones de las salas que tenía: dos para hombres –dice un contemporáneo– con capacidad para 56 camas; el salón para enfermería de mujeres tiene 20 metros de largo por 5.66 de ancho. Otra sala tiene 42 metros y medio de largo por 6 de ancho. Es decir, debieron convertir en salas los largos pasillos y celdas del convento en la planta superior.
El convento pasa a manos del Estado
En 1943, el Lic. Isidro Fabela consiguió del gobierno federal que el convento se cediera definitivamente al Estado de México para dedicarlo a usos educacionales. Un año más tarde se autorizó una permuta entre el gobierno del Estado de México y los encargados del templo: el gobierno cedería 1067.80 metros de la antigua huerta y 135.83 metros de un salón, y a cambio recibiría 11.20 metros con una aportación por parte de la federación de 335 282.10 pesos para restaurar el edificio y adecuarlo a escuela y museo de bellas artes.
El presidente don Manuel Ávila Camacho acordó la enajenación del convento en favor del Estado de México el 18 de enero de 1944. El P. Fr. Fernando de santa Teresa Garza, entregó en esta ocasión al licenciado Fabela un lote de pinturas al óleo que conservaba el convento, con el fin de que se exhibieran en el nuevo museo.
Colegio Menor
En la parte que quedó en manos de los religiosos se estableció primero el Colegio de Filosofía de la Provincia y en 1942 el Colegio Preparatorio, que tuvo una larga vida aquí, pues salió a México y luego a Guadalajara 23 años después.
En él había espacio para 60-70 estudiantes. Salones de clase, comedor, capilla, canchas de juego, etc. Por aquí pasaron a lo largo de ese tiempo al menos 25 jóvenes cada año, es decir, de 500 a 600 durante ese período. Era todavía la época en que tanta importancia se daba en los seminarios a las humanidades y a la formación llamada clásica. Dentro de la formación contaba mucho también el teatro, la música, la gimnasia, etcétera, algunas disciplinas que se han sustituido posteriormente.
Durante esos 20 años el Carmen fue centro de cultura y de animación en la ciudad. No faltaban al año muchos y diversos eventos: un grande nacimiento que se ponía en el claustro y salón de actos durante la navidad y concierto de villancicos; eventos especiales durante la semana santa, con cuadros plásticos de la pasión, obras de teatro y otras muchas celebraciones.
Fiestas de N. S. del Carmen
Hemos de decir que las fiestas de N. S. del Carmen eran las más concurridas y ruidosas de Toluca y duraban prácticamente todo el mes de julio, en una ciudad que entonces era todavía pequeña y silenciosa. Cada año en la Pascua de resurrección y el 16 de julio se estrenaban misas a varias voces acompañadas, además de órgano, de otros instrumentos de sinfónica. La comunidad del Carmen colaboró durante muchos años para extender y acrecentar la devoción a la Santísima Virgen María.
En la Toluca de entonces no existía más lugar de encuentro que los Portales y las grandes concentraciones del viernes de plaza en torno al mercado grande, vecino al Carmen. En el Colegio Menor no faltaban los encuentros deportivos varias veces al año. En más de una ocasión le tocó participar a todo el seminario en el desfile del 20 de noviembre, etc.
En pocas palabras, este convento ha vivido una larga vida de poco más de tres siglos, dos de los cuales, el XIX y mediados del XX, han sido los más agitados de su historia.
Apoyo bibliográfico
Dionisio Victoria Moreno, Historia del Carmen de Toluca, México, 1991.