Marco Darío Balderas L. | Biblioteca Mexicana de la Fundación Miguel Alemán A. C.
En abril de 2021 se publicó la segunda edición del libro El Palacio de la Autonomía. Historia de un monumento, realizada por la Fundación de la Universidad Nacional Autónoma de México, A. C. y la Fundación Miguel Alemán A. C., de la autoría de Luis Roberto Torres Escalona y de Javier Martínez Burgos. El primero es Coordinador de Investigación y Difusión de la Dirección General del Patrimonio Universitario. Ha escrito y colaborado en varios libros de historia, conservación y restauración de obras artísticas, entre ellos, Memoria de Restauración de Bienes Culturales de la UNAM 2008, que recibió el premio Antonio García Cubas del INAH en la categoría de Divulgación. En tanto que Martínez Burgos es arquitecto por la UNAM y maestro en Arquitectura con Especialidad en Restauración de Monumentos, y se ha desempeñado en diversos cargos públicos, dentro y fuera de la Universidad, en tareas relativas a la preservación, conservación, promoción y difusión de la cultura, así como en temas especializados en gestión cultural y accesibilidad, así como de diseño universal; desde el año de 2000 es también profesor en diversas facultades de la institución y se desempeña actualmente como arquitecto especializado en la conservación de Zonas y Monumentos Históricos en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Como señalan las personalidades que presentan y prologan el libro, es de sumo interés e importancia el recorrer la historia de un inmueble universitario que, como muchos ubicados en el Centro Histórico, tiene una tradición que se remonta hasta el virreinato, por lo que menciona el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Enrique Luis Graue Wiechers: En cada uno de estos edificios se fue forjando gradualmente la tradición académica y social que caracteriza a nuestra Universidad y que continúa impregnando a nuestros egresados del carácter único y sentimiento de conservación y señala al Palacio de la Autonomía como uno de los sitios más emblemáticos de nuestra Alma Mater. El Rector también mencionó que el libro recorre la trayectoria histórica y física del edificio, construido por el gobierno de Porfirio Díaz y cedido a la Universidad en 1910, año en el que el Palacio de la Autonomía dio albergue a la primera Rectoría a cargo de Joaquín Eguía Lis, hasta 1933, cuando el Rector era Ignacio García Téllez, y momento en el que la Rectoría se trasladó al Antiguo Colegio de San Ildefonso, hasta 1954, año en el que se movió definitivamente a la –entonces– nueva, Ciudad Universitaria. El edificio fue sede clave en el movimiento estudiantil de 1929 y espacio de gestión de la Autonomía Universitaria, lograda en ese mismo año.

predio que ocuparía, en parte, el Palacio de la Autonomía.
Por su parte, el Lic. Miguel Alemán Velasco, presidente de la Fundación Miguel Alemán, A. C., recordó, en su presentación al libro, que sus estudios los hizo en la Facultad de Derecho de Universidad Nacional Autónoma de México en el Centro Histórico de la ciudad y que visitar el añejo edificio que ocupaba la Escuela Nacional Preparatoria Número 2, “Erasmo Castellanos Quinto”, fue una experiencia formidable. También felicitó al Lic. Dionisio Meade, presidente de Fundación UNAM, por la iniciativa de dar a conocer la historia del actual Palacio de la Autonomía, así como al rector, Dr. Enrique Graue, por haber apoyado el proyecto, junto a los autores. Es útil recordar que la Fundación Miguel Alemán A. C. ha participado en varias publicaciones que abordan el desarrollo histórico de la UNAM y, particularmente, en la construcción de Ciudad Universitaria, ya que fue durante el sexenio del presidente Alemán que se llevó a cabo su construcción.
Una sentida añoranza la hizo el poeta, Vicente Quirarte, al recordar como el día más feliz de la vida, el día en que se inscribió en el bachillerato, una mañana de 1967, acompañado por su padre. Describió en esta el ambiente de la preparatoria que llevaba el nombre del erudito del Quijote y del idioma español, don Erasmo Castellanos Quinto, el amante de los gatos, hípster adelantado que vestía traje negro con zapatos tenis, así como cuenta sus vivencias en los alrededores del edificio ubicado en la esquina de Licenciado Verdad y República de Guatemala. Mientras que la Dra. Martha Fernández, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, rememora que fue en el año de 1929 en que se inició el movimiento estudiantil en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, que devino en el reconocimiento de la autonomía de la Universidad Nacional, por lo que se colocó en constancia del hecho una placa de madera que dice: La Universidad se hizo autónoma por la revolución de nuestra palabra, nuestra huelga y nuestra sangre. 23 de mayo de 1929. Y ubicó al Palacio de la Autonomía como sede de la conquista histórica más importante de la Universidad, que ahora alberga a la Fundación UNAM. La Dra. Fernández adelantó que el estudio inició en la época prehispánica, ya que el predio ocupado por el Palacio de la Autonomía formaba parte de los solares en los que se levantaba el Templo Mayor de Tenochtitlan y su gran conjunto de teocallis. Que después de hecha la traza de la primera ciudad virreinal por Alonso García Bravo, se ubicaban ahí –a finales del siglo XVI-, las casas pertenecientes a Juan Luis de Rivera, tesorero de la Casa de Moneda y regidor del Cabildo Metropolitano, y a su esposa, Juana de Avendaño, quienes las compraron para establecer un convento de monjas carmelitas. Fue en 1616 que se fundó el primer convento de Santa Teresa y en el estudio se narra cómo creció y quiénes participaron en su edificación, además de relatar cómo llegó el Cristo de Ixmiquilpan, famoso en su tiempo por su milagrosa renovación, donado por el arzobispo Juan Pérez de la Serna.

La Dra. Fernández mencionó los temas más importantes del estudio, tales como la construcción de la segunda iglesia –que se conserva actualmente-. El templo fue dedicado por sus patronos, Esteban de Molina Mosquera y su esposa, Manuela de la Barreda, a la Reina de los Ángeles Nuestra Señora de la Antigua, y el arquitecto fue Cristóbal de Medina Vargas. El día de su dedicación fue el 7 de septiembre de 1684 con la presencia del arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas. También se mencionaron las obras en la capilla, que en épocas diferentes se edificaron para albergar al Cristo del Cardonal o de Ixmiquilpan. La primera se derrumbó en el temblor de 1845 y tuvo que ser reconstruida.
Asimismo, se relatan los avatares del convento sufridos durante la Reforma y cómo, afortunadamente, el predio tuvo un mejor destino, en cuanto que fue aprovechado para hacer en él buenas obras arquitectónicas. El presidente de la República, Porfirio Díaz, inauguró en 1887 la Escuela Nacional de Profesores de Instrucción Primaria en lo que había sido el convento, que fue readaptado para tal fin. Fue muy importante en su tiempo ya que su proyecto docente fue elaborado por llamado «maestro de la juventud», Ignacio Manuel Altamirano, y revisado por personajes como Justo Sierra y Miguel Schulz. En ella dieron clases destacados profesores: Ezequiel A. Chávez, Luis González Obregón, José María Vigil y Ricardo Castro, entre otros.
La ampliación y reforma que dio a sus fachadas su aspecto actual, estuvo a cargo del arquitecto-ingeniero Manuel Francisco Álvarez, con un estilo ecléctico. Su portada se ubicó en la esquina con forma circular, rematada por una cúpula. Igualmente destacado es el interior, en particular el vestíbulo de forma circular con la escalera revestida de mármol.

Los autores mencionaron que fue Justo Sierra quien cedió el edificio a la Universidad en 1910, año de su reapertura. Sierra era entonces secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Desde ese año, el inmueble ha tenido usos educativos y culturales: ahí estuvo la Rectoría de la Universidad, como se mencionó antes, la Escuela Nacional de Odontología, la Escuela de Comercio y Administración, la Escuela de Iniciación Universitaria, la Escuela de Enfermería y Obstetricia, y la Escuela Nacional Preparatoria “Erasmo Castellanos Quinto”, (primero número 2 y después número 7).

Es importante subrayar que al haber sido este edificio donde se declaró la autonomía de la Universidad en 1929, los autores hacen en este libro una narración pormenorizada de los acontecimientos que llevaron a tal declaración, que muchos coinciden en señalar como uno de los logros más importantes para la máxima Casa de Estudios y para el desarrollo de México.
Esta publicación se suma a las investigaciones sobre los bienes culturales de Ciudad de México, y enriquece el panorama de la historia de la arquitectura en el país.

