Aurora Gómez Galvarriato
Es un honor para mí participar en la presentación del volumen Un recorrido por archivos y bibliotecas privados que publica la Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados A. C., instituciones que como bien señala el subtítulo de la obra, son depositarios de siglos de esfuerzo y conocimiento humano. Agradezco a la Asociación y especialmente a Belem Oviedo Gámez por invitarme a estar hoy aquí con ustedes. Felicito a sus coordinadoras y a los autores de los artículos que en él se publican.
Este fin de semana leí con detenimiento y profundo deleite el libro que hoy presentamos. Su lectura, además de un recorrido por los archivos y bibliotecas privados, ha sido un agasajo, en una especie de menú de degustación de esos que ofrecen los restaurantes con estrellas Michelin, en el que 24 archivos y bibliotecas privados de México contribuyen con un delicioso bocado de los acervos que resguardan, para abrirnos el apetito de acudir a ellos y disfrutar a plenitud de su rico menú. Su prólogo redactado por la espléndida pluma de Belem Oviedo y Rosa María García invita al lector a deleitarlo ofreciendo una cabal idea de la amplia variedad de platillos que saborearemos en su lectura.
Algunos archivos y bibliotecas presentan un panorama del menú que podemos encontrar degustar en ellos como el de Marcos Balderas sobre la biblioteca de la Fundación Miguel Alemán, el de Ma. de los Ángeles Camacho de la biblioteca de Arte de Fomento Cultural Banamex, el de Fabiola Monroy de la biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío patrocinada por la Fundación Alfredo Harp Helú o el de Lydia García de la biblioteca Héctor Rogel del Seminario Conciliar de México. Otros nos permiten probar una selección de su menú, al enfocarse algunos de sus fondos, como lo hace Guillermina Moreno al explicar como a través de las actas de patronato del Archivo Manuel Romero de Terreros del Nacional Monte de Piedad, podemos estudiar la evolución de una institución clave que, como casi ninguna otra en el país, ha operado continuamente a lo largo de 245 años. Igualmente, el artículo de María Eugenia Ponce de los Acervos Históricos de la Universidad Iberoamericana se enfoca en el Archivo Manuel González, aportando diversos ejemplos de la relevante información que podemos encontrar en él para el estudio de diversos temas de gran importancia para la historia económica del porfiriato: los ferrocarriles, los bancos, las minas, las haciendas, las empresas. De forma similar, Anahí Meyer Riera estudia el legado documental de Don José Díaz Bolio, arqueólogo, compositor y poeta, que resguarda el Centro Cultural y Patronato Historia Peninsular de Yucatán. Por su parte, Raquel Castro, del Centro de Documentación e Investigación Judío de México, ofrece tres deliciosos canapés con documentos que van desde 1568 hasta 1927 y muestran diversos aspectos de la riqueza cultural y resiliencia de la comunidad judía.
Rubén Martínez del Centro de Estudios de Historia de México, Fundación Carlos Slim nos ofrece un recorrido por la historia de México a través de sus documentos, destacando algunos de invaluable trascendencia para responder preguntas históricas claves, como las razones detrás de la decisión de Miguel Hidalgo de no tomar la Ciudad de México en octubre de 1810. Susana Avilés Aguirre nos abre el apetito para adentrarnos en el archivo personal de Roque González Garza, que alberga la Universidad Panamericana, Campus Ciudad de México, en sus colecciones especiales. Su trabajo se enfoca en el discurso que dio este destacado personaje al tomar posesión como presidente de México durante la Convención Revolucionaria, que contextualiza de forma espléndida.
Una gran cantidad de los artículos de este libro, a pesar de su brevedad, reflejan un cuidadoso y profundo trabajo de investigación a partir de los documentos y libros que resguardan los archivos y bibliotecas privados. El trabajo de Verónica Kugel del Centro de Documentación y Asesoría Hñahñú nos adentra en la complejidad de la escritura del idioma Hñahñú y las ingeniosas formas que fueron encontrando desde el siglo XVI para escribirlo. Pues este idioma consta de nueve vocales orales y cuatro nasales en lugar de las cinco del alfabeto latino y al menos consonantes que no existen en el alfabeto latino. Da cuenta también de cómo a partir de la segunda mitad del siglo XIX desapareció el interés por esta lengua y aumentó el analfabetismo entre sus hablantes, algo que solo recientemente se comienza a revertir. Otro artículo de este libro que nos permite adentrarnos en el conocimiento de los pueblos indígenas y su devenir histórico es el de Paloma Vargas que nos deja ver cómo a través de los textos religiosos de las misiones texanas que resguarda el Patrimonio Cultural y Biblioteca Cervantina del ITESM, podemos conocer la diversidad de etnias y lenguas que existieron en la región texana hasta el siglo XVIII.
María Elvia Morales nos aporta, a través del estudio del manuscrito, sobre el otorgamiento de un escudo de armas al capitán Alonso de Galeote, que resguarda la Sala de Archivos y Colecciones Especiales de la UDLAP, una interesante perspectiva sobre el devenir y ascenso social de los primeros exploradores y conquistadores de México. Por su parte, Ana Rita Valero nos muestra, a través del estudio de una tesis del siglo XVIII, albergada en el archivo José María Basagoiti Noriega del Colegio San Ignacio de Loyola Vizcaínas, cómo se alcanzaba otra forma de título cuasinobiliario, que eran los que obtenían los universitarios novohispanos en el siglo XVIII. José Orozco aprovecha para mostrar cómo mediante el estudio de los fondos que alberga el Archivo Histórico de la Provincia de los Carmelitas Descalzos en México, podemos apreciar el impacto que tuvieron, la guerra de Independencia y los decretos de expulsión de los españoles sobre la orden en México, que pasó de alrededor de 235 sacerdotes y religiosos a principios del siglo XIX, a solamente unos cuantos a mediados de siglo, que aun así debían atender los 16 conventos que tenían en la nación.
Diversos artículos nos adentran en la historia de los libros, las imprentas y los impresores. El estudio de Mayela Flores y Miriam Velázquez sobre la colección de libros del Quijote que resguarda la biblioteca Rogerio Casas-Alatriste del Museo Franz Mayer nos muestra cómo esta colección permite estudiar la evolución de las técnicas de imprenta y grabado y sus ilustraciones representan documentos valiosos para la historia del arte. El artículo de Nancy Celso sobre la biblia Vence nos permite adentrarnos aún más en la historia de la imprenta y de las ideas religiosas que demoraron la impresión de una primera biblia en México hasta 1832. Idalia García nos introduce en una fascinante pesquisa sobre los volúmenes que comprendió la biblioteca de Carlos de Sigüenza y Góngora, a través del estudio de diversas colecciones que incluye algunos volúmenes resguardados en la Biblioteca Eusebio Kino. El artículo de Daniel de Lira sobre el manuscrito de cocina que se atribuye a sor Juana nos ofrece una nueva perspectiva de esta maravillosa mujer. Este trabajo se complementa magníficamente en este libro por el artículo sobre El cocinero mexicano que nos ofrece la Biblioteca de la Gastronomía Mexicana de la Fundación Herdez. Ambos expresan la enorme relevancia de la gastronomía en la formación y desarrollo de la identidad y cultura mexicanas.
Algunos artículos exploran los esfuerzos por consolidar un desarrollo económico durante las primeras décadas del siglo XX en nuestro país. Marta Angélica Oliver explora las difíciles negociaciones que emprendió Manuel Gómez Morin entre 1921 y 1922 para tratar de llegar a un arreglo de la deuda externa de México utilizando el maravilloso acervo documental que resguarda el Centro Cultural Manuel Gómez Morin. Cecilia Sandoval estudia la importancia que tuvo la publicación del libro Principios de Contabilidad de Alejandro Prieto Llorente que promovió el Banco de México y se ubica en las colecciones especiales del Archivo Histórico y Museo de la Escuela Bancaria y Comercial. César Salinas nos ofrece una mirada al encomiable trabajo que llevó a cabo Miguel Martínez para impulsar la educación en México durante las décadas posrevolucionarias, a través de los documentos que alberga el Centro Eugenio Garza Sada. Finalmente, Israel García Solares hace un trabajo brillante en el que muestra cómo a través de las colecciones especiales del Archivo Histórico y Museo de Minería se puede reconstruir cabalmente la forma en que operaban distintas minas de la Compañía Real del Monte y cómo esto dio a algunos trabajadores quienes desempeñaban labores estratégicas, la fuerza para obtener algunos triunfos en la huelga que tuvo lugar en 1923.
En conjunto, los artículos nos permiten aquilatar la enorme riqueza de fuentes de información que existe en estos archivos y bibliotecas para la investigación de diversos campos del conocimiento, tales como lingüística, contabilidad, teología, filosofía, etnohistoria, pedagogía, economía o gastronomía, a través de periodos históricos que van desde el siglo XV hasta el XXI, valiosos para la mejor comprensión no solo de nuestro país sino de la humanidad.
La lectura de este libro me ha dejado dos felices certezas. Por un lado, ha reafirmado e incluso acrecentado mi convicción sobre el valor y trascendencia de la labor que llevan a cabo los archivos y bibliotecas privados de México, como guardianes y divulgadores de la memoria e identidad nacional y fuentes de conocimiento. Por el otro, me ha hecho evidente de forma clara y contundente que son sitios que gozan de cabal salud institucional y de una enorme vitalidad, pues cada uno de los artículos expresa el profesionalismo, talento, conocimiento y pasión por los documentos y libros que resguardan, de quienes laboran en estas instituciones, y de quienes hacen investigación en ellas. Deja ver que los archivos y bibliotecas no son solamente los libros o documentos que albergan, sino comunidades vivas que analizan, debaten y construyen nuevas ideas a partir de la información que contienen sus acervos.
Les invito a disfrutar los deliciosos platillos que nos ofrece este libro. Al mismo tiempo, lo recomiendo como lectura obligada para todos los estudiantes que contemplan hacer una tesis en el campo de la historia, pues les aportará muchas ideas y sugerencias valiosas de vetas de investigación que pueden perseguir, explorando los tesoros que guardan los archivos y bibliotecas privados de México.
