“Todo: la montaña, sus riscos, el bosque, los misteriosos rumores de la espesura, la soledad de los parajes, forman un conjunto solemne e inolvidable.”
Dentro del Fondo José Luis Osorio Mondragón del Archivo Histórico de la EBC (AHEBC) se encuentra un pequeño artículo titulado “Una obra interesante: El camino de Xinantécatl”, escrito por el Ing. Osorio Mondragón y publicado en 1931 por la Sección Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El artículo se compone de 9 páginas, agrupadas de manera independiente e incluye 4 fotografías del cráter de Xinantécatl y vistas del camino que se construía, así como del paisaje entre Toluca y Temascaltepec. El papel se ha teñido con el paso del tiempo y en su contenido ha quedado suspendido el murmullo de los intelectuales que se afanaban por construir una nueva nación y por superar los días de guerra que precedieron a 1930.
En aquel entonces los intelectuales, desde diversas disciplinas, científicas y humanas, forjaban la lectura del pasado mexicano y construían el nuevo discurso que dialogaba con el imaginario colectivo y con las diferentes percepciones que la sociedad tenía de sí misma.
Una obra interesante… se nos presenta como un objeto cultural y en él convergen la historia de su producción, el México de la primera mitad de siglo XX y, naturalmente, el relato de su autor.
Los círculos intelectuales revolucionarios formaron parte de la reconstrucción del país pero sobre todo de la creación de un México moderno que pudiera participar en el concierto internacional. Ante este reto, la educación y la cultura se convirtieron en los motores que intentaron llevar los aires de renovación a toda la República: escuelas se levantaron en pequeñas poblaciones rurales, los muros de los edificios que abanderaron el proceso de institucionalización se cubrieron con una nueva iconografía y la ciencia tuvo una importante participación para irradiar el progreso desde las grandes capitales.
Es aquí donde se articula la aportación de José Luis Osorio Mondragón a la historia de México. Si bien no existen grandes biografías sobre él, su valiosa contribución, consignada en textos como Apuntes de Geografía Humana en sus ramas social y económica (1927) y Antropogeografía (1934), ha detonado investigaciones especializadas sobre geografía económica y social, así como preguntas vigentes hasta el día de hoy.
José Luis Osorio Mondragón fue ingeniero militar de formación, impartió clases de historia en la Escuela Nacional Preparatoria desde 1913, donde adquirió la influencia positiva de Gabino Barreda y la visión humanista de Justo Sierra.
Posteriormente, formó parte del claustro docente de la Escuela Nacional de Altos Estudios con la cátedra de Geografía. Años más tarde asumió la Dirección del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional, que contribuyó a crear en 1933 y que permanece en la Facultad de Filosofía y Letras.
Su labor en las aulas y la investigación logró el establecimiento de la geografía humana. Como integrante de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística de México y, en congruencia con el carácter de “constructor” de los intelectuales de su tiempo, realizó contribuciones como el estudio del sistema volcánico transversal mexicano, al cual bautizó como Tarasco-Nohoa.
Una obra interesante… es antecedente de esta importante labor geográfica; pareciera que la admiración que le provocó la vista de los imponentes volcanes encendió la chispa para un estudio de grandes proporciones, ya que años después el Ing. Osorio Mondragón lo volvería sujeto de estudio bajo el nombre de Sistema Tarasco-Nohoa, que remite a los ancestros de la zona. La Sierra Volcánica involucra las majestuosas cimas Popocatépetl e Iztaccíhuatl, así como Malitzin y Xinantécatl que fueron exploradas y analizadas a partir de entonces.
El texto del Ing. Osorio Mondragón refleja el gusto estético de la época, conserva el poderoso influjo romántico que convivió con el México positivista de finales del siglo XIX, al tiempo que propone una mirada hacia temas humanos y sociales. En él narra una excursión de carácter científico al Nevado de Toluca, o Xinantécatl, al tiempo que describe meticulosamente la fauna a su alrededor y las impresiones que le causa la poderosa presencia de la montaña y la transparencia del aire a medida que avanza.
“…he tenido a mi vista la cima dentellada y nimbosa del Xinantécatl, que, eslabón perspícuo del imponente sistema orográfico Tarasco-nahua, es todavía, por su altitud de 4,558 metros, la cuarta entre las más excelsas cumbres de nuestra patria.”
El objetivo del opúsculo es también difundir la importante obra que implica la carretera en proceso de construcción, que posibilitará el camino a la laguna en el cráter del volcán y que traerá desarrollo a la zona. Mediante la descripción de la ruta, sus bellezas, las ventajas para el automovilista y para quien visita a pie, don José Luis nos comparte también el asombro que causa en él la modernidad que se abre ante sus ojos y que, de manera cuasi milagrosa, convive con la naturaleza. A través de sus metáforas y recursos literarios, la voz del viajero se confunde con la del científico en una narración que reseña accidentes topográficos, cornisas, cantiles, así como contrafuertes, muros de contención, barandillas y otros elementos de ingeniería civil.
“Por esto pienso que, obras como ésta, emprendidas con tanto entusiasmo, no sólo son un motivo de honra para su autor y un verdadero estímulo para el turismo, sino que, además, realizan un verdadero beneficio social al democratizar –permítaseme la expresión- las bellezas naturales y los recónditos misterios de una de las más hermosas y excelsas montañas de nuestra patria.”
José Luis Osorio Mondragón impartió clases en la Escuela Bancaria del Banco de México hasta 1932 y, fue también en ese año, que formó parte del grupo de 17 fundadores que crearon la Escuela Bancaria y Comercial. Actualmente su archivo forma parte de los acervos del AHEBC.