Cristian Gómez
Maná, Museo de las Sagradas Escrituras (Museo de la Biblia)
Se conjuntan para esta celebración dos temas de gran trascendencia: el del idioma español, segunda lengua materna del mundo, hablada hoy por 567 millones de personas, con sus implicaciones económicas, culturales y políticas, y el del libro más influyente, leído, traducido y perseguido de la historia.
El español
Carlos Fuentes definió a la lengua española como aquella de la rebelión y la esperanza, que unió a europeos, indios y negros, procedente de la Península que es al mismo tiempo ibero-celta, griega, romana, judía, árabe y cristiana.
El Rey Felipe VI ha subrayado que los novohispanos ocuparon tres cuartas partes de lo que hoy es Estados Unidos de América (EUA), así que ahí no es una lengua extranjera, incluso está presente en la toponimia. El rey también ha pedido que las 22 academias de la Lengua Española estén en pie de igualdad, por ello el Instituto Cervantes (que promueve universalmente la enseñanza, el estudio y el uso del español) y más de 70 universidades en el mundo preparan la nueva gramática española.
En EUA hay más de 41 millones de hispanohablantes y otros 11 millones de personas bilingües, por tanto la comunidad de habla hispana en este país es la segunda en número, después de los 121 millones de México. La oficina del censo en ese país calcula que para el año 2050 serán 138 millones los de la comunidad hispanohablante, por lo que será la más grande del orbe.
La Biblia del Oso
Nacida en el Siglo de Oro de las letras castellanas, la bellísima traducción literaria de la Biblia del Oso fue la primera completa al español, hecha desde los idiomas originales: hebreo y griego. En 1569 se publicaba por primera vez trasladada al idioma de Cervantes. Fue 35 años anterior al Quijote, pero más desconocida, pues aunque hecha por un monje –Casiodoro de Reina–, fue perseguida y la mayoría de los ejemplares quemados. A pesar de que sólo sobreviven 32 ejemplares originales, su trascendencia ha sido mayor que la de las demás obras clásicas, en tanto que ha influido ampliamente a la literatura, el derecho, la filosofía y la religión del mundo hispanoamericano. A principios del siglo XVII, decía de ella Cipriano de Valera, monje que fuera compañero del traductor de aquella edición primera o edición príncipe:
…Cassiodoro de Reyna movido de un pio zelo [benigna pasión] de adelantar la gloria de Dios, y de hazer un señalado servicio à su nacion enviendo se en tierra de libertad para hablar y tratar de las cosas de Dios, començò a darle à la traslacion de la Biblia. La qual traduxo; y assi año de 1569, imprimiò dos mil exemplares: Los quales por la misericordia de Dios se han repartido por muchas regiones. De tal manera q hoy casi no se hallan exemplares, si alguno los quiere comprar.
La persecución inquisitorial comenzó cuando en el otoño de 1557 un católico sevillano recibió por error un ejemplar de La imagen del Anticristo, en que uno de los grabados representa al Papa arrodillado frente al diablo; era parte de un envío que Julianillo Hernández había hecho llegar a Sevilla.
El Tribunal del Santo Oficio inició la erradicación de la Reforma. Del monasterio de San Isidro del Campo huyeron 12 monjes, entre ellos Casiodoro de Reina.
Entre reformados insignes como el Doctor Egidio, perseguido por sus doctrinas luteranas y por su origen judío, estaban Rodrigo de Valera, Constantino Ponce de la Fuente, canónigo de la catedral y acompañante de Felipe II, y Francisco de Vargas, maestro de Sagrada Escritura de la catedral de Sevilla.
Cita el historiador católico Marcelino Menéndez y Pelayo que nuestra Biblia “hecha en el mejor tiempo de la lengua castellana excede mucho, bajo tal aspecto, a la moderna [traducción] de Torres Amat y a la desdichadísima del Padre Scío […] Faltaba, con todo eso, una versión completa de las Escrituras[…] uno de los protestantes fugitivos de Sevilla se movió a reparar esta falta, emprendió y llevó a cabo, no sin acierto, una traducción de la Biblia” (Historia de los heterodoxos españoles).
Fue pues la primera traducción al castellano de la Biblia completa hecha desde los idiomas en que había sido escrita: hebreo, arameo y griego. Incluía los libros deuterocanónicos, y además III y IV de Esdras y la Oración de Manasés. Reina utilizó también para los textos oscuros traducciones antiguas como la LXX y la Vulgata, la traducción latina de Santes Pagnino y el Viejo Testamento ladino impreso en Ferrara.
Las notas marginales remiten a otros pasajes, explican el significado de nombres. Pero según la “Amonestación” de Casiodoro, la última autoridad la tienen los textos en los idiomas originales, aunque es necesario escoger entre las variantes, pero ser fiel a “la entereza del sentido” del texto y su claridad.
La Portada
El emblema de La Biblia del Oso se considera cripto-simbólico, propiedad del impresor Apiarius (abeja) quien lo imprimió para el editor Guarinus. Un árbol frondoso, pero cortado, ocupa el centro. Es el eje vertical que confiere dinamismo ascensional a la composición y que estructura el espacio dividiéndolo en derecha e izquierda. En la parte superior derecha aparecen tres aves; en el centro, unas abejas y en la inferior un libro abierto con el tetragrámaton. En la parte inferior izquierda, un oso, en posición erguida, recoge con su boca abierta la miel procedente de una colmena.
En la parte superior, atado a una rama, hay un mazo que ha hendido el árbol y salen miel y abejas. Diversos insectos y arañas que amenazan la tarea de las laboriosas abejas. Debajo se lee Isaías 40:8 en hebreo y en español: “La palabra del Dios nuestro permanece para siempre”.
Valoración
De la edición príncipe, hoy son muy pocos los ejemplares que se libraron de la furia inquisitorial y de los que se tiene noticia, uno de ellos permanece en Maná, Museo de las Sagradas Escrituras (Museo de la Biblia) de Ciudad de México.
Olvidada luego por años, porque las instituciones protestantes encargadas de producir y distribuir la Biblia habían optado por otras traducciones, desde mediados del siglo XIX se ha convertido en la traducción castellana más usada por los protestantes que leen la lengua de Unamuno y de Amado Nervo. Con ella han alimentado su espíritu millones de lectores; sus mentes y sus corazones pudieron hacer frente a persecuciones, torturas y amenazas de muerte. Además, se ha realizado la labor evangelizadora en muchos rincones del globo y con ella se han edificado muchísimas comunidades cristianas, incluso fue la base para un sinnúmero de traducciones a lenguas indígenas.
Aunque revisada y vuelta a revisar muchísimas veces, la obra monumental de Casiodoro ha perdurado por siglos. Muchísimos manuscritos y mucho más antiguos, especialmente del Nuevo Testamento, están ahora a disposición de los estudiosos del texto bíblico; la traductología y las investigaciones lingüísticas y filológicas han avanzado; hay nuevas traducciones, pero la de Casiorodo es inmejorable en la belleza del español, aunque, como toda traducción, es siempre perfectible.