Elena Sánchez Cortina* | Archivo Histórico «José María Basagoiti Noriega». Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas
La nueva historia cultural así como la microhistoria ayudan a rescatar a personajes quienes podrían ser olvidados. Nos ayuda a ver desde otra óptica sus experiencias, su cultura, sus capacidades, su legado. Una aproximación de ese tipo estudia a las alumnas, a las maestras, pero también a los distintos actores quienes influyeron en el Colegio de Vizcaínas. Este estudio presenta a una alumna del Colegio Recogimiento de San Miguel de Belén y de Vizcaínas. Ofrece además un acercamiento con perspectiva de género al tener la intención de resaltar los logros como educadora y música de una mujer quien debe trascender los muros del colegio.
En un entorno educativo, como es el caso del Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, con los testimonios, creaciones y relaciones humanas que se establecieron entre alumnas, es relevante para la investigación, la cultura que se generaba.
En el siglo XVIII la música fue muy importante para las misas y el oficio divino tanto en Europa como en Nueva España; un gran número de músicos talentosos compusieron obras importantes. Tal es el caso de Ignacio de Jerusalén, quien nació en Lecce, cerca de Nápoles, en 1707 y murió en México en 1769. En 1732 vivió en Cádiz y en 1742 se trasladó a Nueva España para trabajar en el Teatro Coliseo. Por su gran talento fue contratado para trabajar en la Catedral en 1749 como maestro de capilla, cargo que desempeñó hasta su muerte.[1] Conocido como «el milagro musical», fue el primer italiano en obtener ese puesto e introdujo la tradición italiana de música. Era el maestro de capilla cuando el papa Benedicto XIV, mediante una bula juró la imagen de la Virgen de Guadalupe y autorizó el culto en 1754. Se trató de un momento histórico para Ignacio de Jerusalén porque debía proveer la música para la representación simbólica del mito guadalupano dentro de la Catedral, con los retablos del altar mayor como escenografía y donde los asistentes eran protagonistas. Estas representaciones dieron identidad al culto guadalupano y se instituyó el día 12 de diciembre como fiesta en todo el continente. La Catedral fue el escenario de esta celebración con los retablos de oro en su máximo brillo, acompañada por interpretaciones de los mejores músicos; la feligresía formó parte del espectáculo. No se trataba de un asunto terrestre sino de demostrar el culto espiritual.
El oficio divino, conocido como «las horas canónicas», dependía de las horas: maitines, laudes, horas menores, prima, tercera, sexta, nona y vísperas. La más importante era maitines, que se cantaba a medianoche para que se venerara a la Virgen los primeros minutos del día. En Nueva España se cantaba en las catedrales, razón por la que Ignacio de Jerusalén compuso un ejemplo con la frase en latín: Non Fecit Talliter Omni Nationi [2] [no hizo nada igual en ninguna otra nación] sacada del Salmo 147. Dicho manuscrito se conserva en el Archivo Histórico «José María Basagoiti Noriega» del Colegio de Vizcaínas; cabe señalar que ha sido interpretado recientemente.

El músico se desempeñó con grandes éxitos en la Catedral; su influencia se hizo presente en el Colegio de San Miguel de Belem, fundado como recogimiento en 1683 para amparar a mujeres en peligro de perderse.
En 1731 llegó el ilustrísimo arzobispo y virrey, Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta, y estableció en 1746 la escuela de música o escoleta. La apoyó económicamente y se esforzó para que se críen eduquen y doctrinen para el mayor culto y mejor servicio a Dios nuestro Señor en los coros de religiosas de esta ciudad.[3]
El Colegio San Miguel de Belem fue una referencia en el ámbito musical en la ciudad; ahí estudiaron dos hijas de Ignacio de Jerusalén. Se enseñaba música a las niñas para que fueran «monjas de coro» las que iban al convento, y para quienes decidían otra vía, les ofrecían una manera honesta de vivir, es decir, una posibilidad de generar recursos mediante su trabajo.

De los 575 manuscritos musicales del Archivo Histórico «José María Basagoiti Noriega», un gran porcentaje proviene del Colegio San Miguel de Belem. Uno de los más notables es el conocido como el Vezerro de lecciones solas y con basso; varios dúos cánones a tres, a quatro y a cinco vozes con ligados y semicopados.[4] Es un libro de lecciones redactado por los maestros napolitanos Francesco Feo, Leonardo Leo e Ignacio de Jerusalén; de los tres, fue este último el único quien se trasladó a Nueva España. Las dos hijas de Jerusalén estudiaron directamente del Vezerro,así como muchas jóvenes más.
Ignacio de Jerusalén y su esposa Antonia Sixto eligieron este colegio para la educación de sus dos hijas, María Joaquina (quien nació después de 1742) y María Micaela (1750-1824).[5] María Micaela estudió música en el Convento de la Encarnación[6] que era de monjas concepcionistas y se integró al Real colegio de San Ignacio de Loyola el 10 de septiembre de 1771. Don Pedro Negrete Sierra, de la orden de Santiago, pagó por los lugares de gracia y ella entró en el sitio número 32, en el lugar de la colegiala con el número 4, como se observa en el documento.

En el Real Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas tocaban la flauta y el bajón.
María Micaela fue vicerrectora entre 1776 a 1797 y rectora en 3 ocasiones.[7] De ella no se conservan manuscritos musicales en el archivo histórico, pero sabemos que interpretó y enseñó la música que compuso su padre. De María Joaquina no se ha encontrado más información.
Así como en el Colegio San Miguel de Belén la música fue muy importante, en Vizcaínas sucedió lo mismo: las colegialas se beneficiaron con profesoras tan talentosas como las hermanas de Jerusalén Sixto. La transmisión del gran bagaje musical pasó de generación en generación. De forma similar a la Catedral, la capilla del colegio conserva 5 retablos barrocos que sirvieron de escenografía y era ahí donde se escucharon voces e instrumentos en las celebraciones religiosas.
María Micaela murió el 20 de abril de 1824 a los 74 años, todavía con el cargo de rectora. En otro documento del Archivo Histórico «José María Basagoiti» se conserva el avalúo de sus bienes. Realizado por Antonio Ortega, es una pieza interesante porque nos permite conocer más sobre María Micaela. La lista consta de 144 objetos o conjunto de objetos entre los que se encontraban: la imagen de Cristo, de san Antonio, santa Gertrudis, san Agustín en lienzo, san Ignacio de Loyola, estampa de la Virgen de Guadalupe con vidrio fino, una cómoda vieja, un botiquín, macetas, barriles, un paño de seda negro, un óvalo de san Juan Nepomuceno y un Ecce Homo. Un ropero de cedro, un relicario, bandejas, platos, botellas, vasos de cristal, sartén viejo, candelabros. Entre un servicio nuevo poblano y una cruz y jícaros, apareció una flauta. Sabemos que para ella era un instrumento de uso cotidiano. El Kempis, nombre bajo el que era conocida la obra de Thomas de Kempis (1380-1471), canónigo alemán neerlandés, además de teólogo, y filósofo agustino; su obra, Imitatio Christi, es la que se ha traducido a más idiomas después de la Biblia; se trata de un escrito de devoción en el que da consejos útiles para una vida espiritual. También poseía los Soliloquios del padre Villegas, jesuita del siglo XVII, junto con los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en pergamino. El total de sus bienes se valuó en 144 pesos y 7 tomines. La fecha es 30 de abril 1824.[8]
Si bien no tenemos manuscritos musicales de su autoría, es deseable que en algún momento se encuentren. En esos años las mujeres no solían firmar sus obras y hay algunos casos en los que anotaban sus iniciales.
A manera de conclusión y siguiendo las ideas del inicio, es importante darle voz a una alumna quien destacó en el Real Colegio de San Ignacio de Loyola, y quien llegó apenas 4 años después de su apertura. María Micaela vivió 43 años en el colegio donde se desempeñó como música, vicerrectora y rectora. Fue testigo de muchos acontecimientos, como la Independencia. Esta es una manera de rendirle homenaje, de invitar a conocer sobre su trayectoria y seguir investigándola.



Bibliografía
AHCV Documentos
Lanam, Faith. Dissertation. University of California, Santa Cruz, 2018.
Lanam, Faith. Non Fecit Taliter a dos voces y bajo, 2018.
Muriel, Josefina y Luis Lledías. La música en las instituciones femeninas novohispanas, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, Universidad del Claustro de Sor Juana, 2009.
[1] Josefina Muriel y Luis Lledías. La música en las instituciones femeninas novohispanas, p. 47.
[2] Idemp. 84.
[3] Idem p. 80.
[4] Idem p. 82.
[5] Faith Lanam, Dissertation. Su fe de bautismo es del Sagrario Metropolitano. Fue bautizada el 26 de febrero 1750 como Maria Micahela Jerarda Jerusalen Sisto. p. 162.
[6] Faith Lanam. Non Fecit Taliter a dos voces y bajo, p. 2.
[7] AHCV Lista de Rectoras. E22-TV-V3. Fue rectora de 1808 a 1811, de 1814 a 1820 y de 1822 a 1824.
[8] AHCV El avalúo de los bienes de doña Micaela Jerusalén, rectora. E4-TV- V1.
*La Dra. Elena Sánchez Cortina es Coordinadora del Acervo Cultural del Colegio de Vizcaínas.