Gregorio Alberto Molina Ávila* | Archivo Joaquín Amaro del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca (FAPECFT)
Pocos años después de que el Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca (FAPECFT) fue creado, llegó a enriquecer su colección un archivo fundamental para conocer y explicar varios aspectos de la historia de México durante la primera mitad del siglo XX: se trata del Archivo Joaquín Amaro, el cual, a pesar de ser un archivo de índole fundamentalmente militar, su riqueza posibilita entender también los aspectos políticos y sociales más importantes de esa época, por lo que su consulta es necesaria para los estudiosos de la reorganización del ejército en particular y de la historia de México en general. Esta sucinta relación de algunas de sus temáticas más interesantes tiene el objetivo de resaltar el valor de ese acervo, pero también de hacer patente el enorme esfuerzo que los archivos privados realizan, particularmente el Archivo Calles-Torreblanca, para realizar la custodia, organización, estudio y difusión de los acervos que tienen bajo su cuidado.
Doña Tencha ha sido más amiga de la verdad que de la leyenda de su padre. Sabe que la verdad se abre paso tarde o temprano, y que el mejor homenaje a un hombre público es abrir su expediente a la libre mirada de los demás. Al heredar su archivo en fideicomiso a la nación mexicana (por decreto del 16 de octubre de 1987), hizo algo mejor que erigir un monumento a la memora del general: le puso casa a la verdad. Nada necesita más nuestro país, en esta hora oscura, que seguir su ejemplo.[1]
En el caso del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca los fideicomitantes fueron, por un lado, la señora Hortensia Elías Calles de Torreblanca, quien donó a la nación mexicana los archivos de su padre y de su esposo, así como su casa ubicada en la calle de Guadalajara 104, colonia Condesa, Ciudad de México, para fungir como sede de los mismos; por otro lado, el Gobierno Federal, quien aportó una cantidad en numerario para cubrir los gastos de operación del Fideicomiso; la institución fiduciaria es Nacional Financiera, S. A., y el fideicomisario es la nación mexicana.[2] A partir de 2018 el Banco de México es la institución fiduciaria.
Con las palabras citadas en el primer párrafo, el historiador Enrique Krauze se refirió a la trascendental decisión de doña Hortensia Elías Calles de Torreblanca de donar en Fideicomiso los archivos generados por su padre, el general Plutarco Elías Calles, presidente de México de 1924 a 1928, y por su esposo, Fernando Torreblanca, quien desempeñó el cargo de secretario de la Presidencia de la República. En dicho acto, además de formalizar la donación en fideicomiso de los referidos acervos, se señaló como sede para resguardo de los mismos, la casona que ella y su esposo habitaron.

Con este acto se creó el Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca y quedó al frente de la institución, Norma Mereles de Ogarrio, biznieta del general Plutarco Elías Calles, como directora general. Con la firma del contrato se garantizó la custodia, organización, estudio y difusión de los acervos mencionados, pero también estableció la posibilidad de incrementarlo con la donación de otros fondos documentales y esta figura hizo posible que llegara un importante y valioso fondo: el Archivo Joaquín Amaro.
Archivo Joaquín Amaro

El personaje
Joaquín Amaro Domínguez nació el Corrales de Ábrego, Zacatecas, el 16 de agosto de 1889. Su carrera militar tuvo un ascenso meteórico. Al estallar la Revolución Mexicana se unió a la causa maderista; en 1913, tras el asesinato de Francisco I. Madero, se adhirió al Plan de Guadalupe, promulgado por Venustiano Carranza, y secundó el constitucionalismo. En 1920 se adhirió al Plan de Agua Prieta, dando su apoyo al grupo sonorense y desconociendo al gobierno de Carranza. A partir de este momento su carrera militar tuvo un ascenso notable: después de ser jefe de operaciones militares en el norte y el occidente del país, fue nombrado subsecretario de Guerra y Marina por el presidente Plutarco Elías Calles en diciembre de 1924, y en julio de 1925 lo nombró secretario de dicho ministerio. Ese cargo lo desempeñó hasta octubre de 1931, por lo que también fungió como secretario de Guerra con los presidentes Emilio Portes Gil y Pascual Ortiz Rubio. También ocupó, de 1931 a 1935, el cargo de director de Educación Militar; posteriormente solicitó licencia en el Ejército y tuvo una fugaz participación en política en 1939, al presentar su candidatura a la presidencia de la República respaldado por el Partido Revolucionario Anticomunista, aunque no tuvo participación en la elección de 1940, pues declinó en favor del general Juan Andreu Almazán. Finalmente, regresó al servicio activo en 1941 y ocupó los cargos de comandante en el Istmo de Tehuantepec y de jefe de Operaciones Militares en Oaxaca e Hidalgo; este último lo desempeñó hasta poco tiempo antes de su fallecimiento, en abril de 1952.
El archivo
El archivo fue donado al Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca en 1995; a la fecha, es el acervo más grande que custodia el FAPECFT. Al llegar fue fumigado y dio inicio su organización; poco tiempo después, el acervo fue puesto a consulta de los investigadores.
Es poco probable encontrar en el país otro acervo con estas características, tanto por la relevancia del personaje y la institución que generó la documentación, como por la temática que se puede encontrar en él. Por lo delicado del contenido de la documentación, varios de los expedientes fueron resguardados al ser considerados tema de seguridad nacional y hoy tenemos ya la posibilidad de acceder a ellos. En suma, este valioso acervo permite reconstruir y documentar la institucionalización del Ejército Mexicano y al mismo tiempo entender esta transformación como parte de un proyecto más amplio, al que diversos estudios del periodo identifican como la fundación de un nuevo estado.
Breve panorámica del archivo
Debido a que el Ejército fue el principal actor de esa época, en el acervo es posible encontrar diversas temáticas de gran interés; por mencionar algunas, está la promulgación de importantes leyes, entre ellas la Ley orgánica del Ejército, la Ley de ascensos y recompensas, y la Ley de retiros y pensiones. También es posible encontrar información acerca de las campañas que se emprendieron para derrotar a las rebeliones que ocurrieron durante esta época, como la delahuertista, la guerra Cristera, la rebelión de Arnulfo R. Gómez y Francisco R. Serrano y la rebelión encabezada por el José G. Escobar. En el presente texto se hace una breve presentación de los temas más consultados en el acervo; es importante mencionar que en la Fototeca del Fideicomiso existe una importante cantidad de fotografías que complementan el estudio de estos temas.
Asesinato de Francisco Villa
Sin duda este es uno de los temas que más ha ocupado la atención de los investigadores. El doctor Friedrich Katz, uno de los estudiosos más notables del personaje, abordó el tema en su biografía acerca de Francisco Villa;[3] mencionó que pudo haber participación del gobierno en el asesinato, pero no logró encontrar alguna prueba concluyente que lo sustentara. El mismo autor relató que con esa premisa envió al editor su manuscrito terminado; posterior a ello recibió una llamada de la directora del FAPECFT, Norma Ogarrio, diciéndole; doctor Katz, tengo algo muy interesante para usted que acabamos de recibir y que creo transformará su actitud en cuanto al asesinato de Villa.[4] Se trataba de dos cartas que se encontraron en el Archivo Joaquín Amaro, las cuales dirigió el señor Jesús Salas Barraza –en aquel entonces diputado a la Legislatura Local de Durango y quien coordinó la eliminación de Villa– al general Amaro; en dichas cartas es posible percibir que sí hubo participación del gobierno, por lo que el doctor Katz solicitó al editor que fueran incorporadas a su manuscrito. Cabe comentar que en el archivo hay más correspondencia que documenta la cercana relación que hubo entre Salas Barraza y el general Amaro durante varios años.

Fundación del Banco de México
En el archivo es posible encontrar información de este trascendental suceso, como la invitación a la ceremonia por la inauguración del Banco en septiembre de 1925, o la inauguración del edificio que desde 1927 a la fecha funge como su sede. La relación que la labor del general Joaquín Amaro tuvo con la fundación del Banco de México es posible entenderla en virtud de que una buena parte de las medidas de reorganización que se aplicaron al ejército tuvieron el propósito de conseguir importantes ahorros en el gasto del instituto armado, para que con esos fondos fuera posible lograr el anhelado establecimiento del Banco; debido a esta intervención indirecta del general Amaro, el primer director de esa institución, Alberto Mascareñas, mencionó durante la ceremonia de inauguración que al Banco de México podría conocérsele como «Banco Amaro».[5]
Guerra Cristera
Al mismo tiempo que se llevaba a cabo el proceso de reorganización del ejército, fue necesario hacer frente a importantes rebeliones como la Guerra Cristera. Este es otro tema de los que atraen notablemente la atención de los investigadores y el Archivo Joaquín Amaro tiene valiosos documentos que permiten documentar este complejo proceso desde otras perspectivas. Existen varios testimonios que ofrecen la visión de los combatientes cristeros, pero en este acervo es posible encontrar la visión de la contraparte: las fuerzas federales; una muestra es la abundante correspondencia de los jefes de regimientos y de batallones, quienes fueron los encargados directos de desarrollar la campaña militar para combatir a la rebelión. También se encuentra un importante conjunto de documentos agrupados en un expediente denominado Archivos Fanáticos Católicos, el cual contiene documentos de índole religiosa que fue confiscada a los rebeldes.

Reapertura del Colegio Militar, envío de agregados militares al extranjero y la fundación de la Escuela Superior de Guerra
Desde que el general Amaro se hizo cargo de la Secretaría de Guerra se puso un marcha un ambicioso proyecto: reorganizar al ejército de tal manera que, al mismo tiempo de que se consiguieran importantes ahorros en su gasto –para poder concretar otros importantes proyectos de los diferentes gobiernos con los que el general colaboró–, se convirtiera una institución que garantizara la estabilidad de dichos gobiernos y la existencia de las diversas instituciones que se crearon o se reformaron en esa época. Se organizó militarmente al ejército desde el punto de vista material, y se buscó levantarlo moralmente así como educarlo. La columna vertebral del proyecto educativo para el ejército la constituyen estos tres proyectos y comenzó con el cierre del Colegio Militar por alrededor de un año para llevar a cabo importantes mejoras en sus instalaciones, así como profundos cambios en los planes de estudio y en la planta docente. El Colegio Militar abrió sus puertas en 1926 para empezar a formar a los futuros oficiales, pero con un importante cambio en el enfoque: el sentido de pertenencia a la institución, no a un líder o corporación en particular, y mantener su lealtad hacia el gobierno constituido. El Archivo Joaquín Amaro cuenta con nutrida documentación acerca de tan relevante acontecimiento.
El tema de los agregados militares fue un importante proyecto que consistió en el envío de jóvenes y preparados jefes y oficiales como agregados militares, a embajadas y legaciones de México en diferentes países para obtener información acerca de sus ejércitos y que esta fuera útil para el proceso de reorganización y modernización del Ejército Mexicano,[6] de esta manera hubo agregados militares en Francia, Inglaterra, Italia, España, Japón, Estados Unidos, Chile, Argentina y Suecia, por mencionar algunos. En el archivo destacan, por ejemplo, los expedientes del capitán Luis Alamillo Flores y del mayor Pedro Mercado, comisionados en Francia, o el del teniente coronel Samuel Urbina, comisionado en Italia. La importancia de esta misión radicó en que la información que estos destacados comisionados obtuvieran serviría, por ejemplo, para la ubicación de cuarteles y depósitos de armas y municiones, pero también sería clave para la creación de la Escuela Superior de Guerra.

La Escuela Superior de Guerra es un centro de altos estudios que se creó con el objetivo de formar a los futuros jefes y generales del ejército, es decir, el personal capacitado para ejercer el mando. Ubicada en San Jerónimo Aculco, hoy San Jerónimo Lídice, esta escuela se creó en 1932 cuando el general Amaro ya había dejado el mando de la Secretaría de Guerra y desempeñaba el cargo de director de Educación Militar. Su primer director fue nada menos que el mayor Luis Alamillo Flores, uno de los agregados militares más destacados entre 1926 y 1930. El Archivo Joaquín Amaro cuenta con numerosa documentación relativa al plan de reorganización de la educación militar emprendido por el general Amaro entre 1931 y 1935, así como acerca de la creación de la Escuela Superior de Guerra.

Comandancia de la Región del Istmo de Tehuantepec
Una de las últimas comisiones de importancia que desempeñó el general Joaquín Amaro fue la de comandante de la Región del Istmo de Tehuantepec entre 1942 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando México declaró la guerra a las potencias del Eje. Durante el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho se ordenó una restructuración de la división territorial militar[7] y se crearon tres grandes comandancias: la de la Región de Baja California (Pacífico), bajo el mando del general Lázaro Cárdenas; la del Golfo, bajo el mando del general Abelardo L. Rodríguez; y la del Istmo, bajo el mando del general Amaro. El objetivo fue coordinar con las fuerzas militares de Estados Unidos los trabajos de la defensa continental pero, ante estos personajes, también era una prioridad la defensa nacional. Para que las fuerzas estadunidenses pudieran actuar en México, se apoyaron en un proyecto de colaboración militar entre ambos países y se estableció la creación de una Comisión México-Norteamericana de Defensa Conjunta;[8] el representante de México en ese plan de colaboración fue el general Luis Alamillo, con quien el general Amaro había tenido una estrecha relación. En el plan se contempló la realización de diversas obras; una de gran importancia fue la construcción de la Base Aérea de Ixtepec. Una de las conclusiones más importantes de la Sección Mexicana de la referida comisión fue que esta, y demás campos y bases que se construyeran, debían ser entregados al Ejército Mexicano y las fuerzas de Estados Unidos solo podrían tener el derecho de tránsito de acuerdo con lo que convinieran los gobiernos de ambos países.[9] El estudio de este episodio es una muestra de las complejas implicaciones que hay en situaciones de cooperación en temas de seguridad y soberanía nacional, y es una fortuna contar con estos documentos que en esos años fueron de carácter confidencial y ahora es posible consultarlos.

La riqueza y el valor de este maravilloso acervo es indiscutible, sin embargo, lo que muchas veces no es tan visible es el gran esfuerzo que las instituciones realizan en términos económicos y en recursos humanos para hacer posible que los acervos que tienen bajo su cuidado sean consultables. En el caso del Archivo Joaquín Amaro y los demás acervos que conforman la colección del Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, detrás de ese trabajo hay un gran esfuerzo de años para que actualmente la mayoría de ellos se encuentren organizados, catalogados, restaurados y digitalizados –o en proceso de serlo–, y esto es un aliciente para concebir a los archivos como entidades que fungen no solo como repositorios documentales; también deben ser vistos como entidades que generan conocimiento y que los acervos que resguardan son conjuntos vivos. El caso del FAPECFT constituye un caso de éxito pues, a pesar de que en su trayectoria ha enfrentado adversidades, su proyecto continúa vigente, y es justo también hacer un reconocimiento a la AMABPAC al haber creado esta plataforma, que sin duda ayudará enormemente a difundir los esfuerzos que desde sus respectivas trincheras realizan cada uno de sus miembros.
[1] Enrique Krauze, 1999, p. 326.
[2] N. Mereles, 2009, p. 68.
[3] F. Katz, 2005.
[4] F. Katz, 2009, p. 291.
[5] E. Turrent, 2002, p. 118.
[6] M. Loyo, 2009, p. 91.
[7] L. Garfias, 2001, p. 1.
[8] L. Garfias, 2001, p. 6.
[9] L. Garfias, 2001, p. 7:
Bibliografía
– Garfias, Luis, Boletín. El General Joaquín Amaro, el Istmo de Tehuantepec y la soberanía nacional, México, Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, SEP, CONACULTA, 2001, no. 38, 32 p., fot., facsím.
– Katz, Friedrich, 1927-2010, Pancho Villa, o, The life and Times of Pancho Villa, 2ed., México, Ediciones Era, 2005, 549 p., fot.
– Norma Mereles de Ogarrio, «El Fideicomiso Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. Una alianza entre gobierno y sociedad Civil» en Memorias del Primer Coloquio Internacional de Archivos y Bibliotecas Privados, México, Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados, A. C., 1997, pp. 67-69.
– Marta Loyo, «Los agregados militares en el archivo del general Joaquín Amaro» en Norma Mereles de Ogarrio, Coord., Los Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. Un ejemplo de la importancia de los archivos privados en la historiografía de México, México, Miguel Ángel Porrúa, 2009. Senado de la República, LX Legislatura. FAPECFT, pp. 87-98.
– Friedrich Katz, «Mi experiencia con los Archivos Calles-Torreblanca» en Norma Mereles de Ogarrio, Coord., Los Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca. Un ejemplo de la importancia de los archivos privados en la historiografía de México, México, Miguel Ángel Porrúa, 2009. Senado de la República, LX Legislatura. FAPECFT, pp. 287-292.
– Eduardo Turrent, Artífices de la Fundación del Banco de México, introd. de Lorenzo Meyer, Italia, Horz & Chapa Ediciones, 2002. Banxico, 175 p., fot.
* Gregorio Alberto Molina Ávila es pasante de la licenciatura en historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente se desempeña como responsable del Archivo Joaquín Amaro.